El texto reflexiona de manera crítica e irónica sobre la falta de debates y estudios teóricos sobre la discriminación laboral hacia la diversidad sexual, destacando la paradoja entre la escasa atención académica y la frecuente necesidad de lesbianas, gays, trans y bisexuales de desarrollar estrategias para evitar la exclusión en sus entornos de trabajo. A pesar de la invisibilidad del tema en discursos oficiales y académicos, la discriminación sigue presente, oculta bajo un lenguaje políticamente correcto y gestos superficiales de inclusión. El autor critica la reducción de la diversidad a la sigla «LGBTI» y aboga por un enfoque más profundo y específico que considere las distintas experiencias y formas de discriminación en el ámbito laboral.